Ya tuvimos demasiados espectáculos, es hora de experiencias reales

Es increíble que con tan solo once jóvenes chilenos se pueda reconstruir toda una historia. "El año en que nací", de Lola Arias, funciona como una puesta en escena polifónica que dialoga no solo con el pasado, sino que también con el presente y el futuro. A medida que la obra avanza, los jóvenes intentan reedificar la memoria a partir de una serie de testimonios que se encuentran mediados por una de las épocas más oscuras de Chile, la dictadura militar. Por lo mismo, esta rama del teatro, como lo es el teatro documental, desarrolla una dinámica entre Historia y memoria, ficción y biografía. Sin embargo, se transforma en una experiencia  particular gracias a la gran variedad de elementos escenográficos y, por sobre todo, audiovisuales que  trabajan en conjunto (luces, instrumentos musicales, fotografías, fechas, sillas de colegio, etc). 

No obstante, si bien la obra utiliza distintos formatos de enunciación (y posiciones sociales), cada uno de estos recursos conforman una dialéctica propia. La mixtura de cruces y voces es muy amplia, sin embargo, cada una de ellas logra confluir en un mismo relato, ese que se encontraba en los cofres del olvido y el silencio, y ahora merece ser develado. Por lo mismo, nuevamente se articulan historias del pasado a partir de la figura de "los hijos", esos, que mueven el dispositivo autómata de la vida cotidiana de cualquier espectador. ¿Perdérsela? Imposible.